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Las tres razones por las que deberíamos evitar contactar a nuestros colaboradores fuera de la jornada de trabajo.

Autor: Alejandro Sanín Posada

Seguramente esperas que hable de la ley 2191 de 2022 (Colombia), que obliga a los empleadores a evitar contactar a sus colaboradores en horarios distintos a los de su jornada laboral, pero no, no hablaré de ella. Lo hago porque considero que es más poderoso convencer a alguien desde los argumentos que justifican su formulación y no desde el castigo que puede generar su incumplimiento. Cuando hacemos las cosas solo porque la ley lo exige y no por un convencimiento real, es más fácil que busquemos y encontremos salidas para no cumplirla.

Así que presentaré argumentos diferentes, y hay muchos, como, por ejemplo, que el trabajo no es la única faceta importante de la vida de las personas; la coherencia: si no veo con buenos ojos que durante el trabajo las personas dediquen tiempo a asuntos no laborales (salvo situaciones de fuerza mayor), debería pensar algo similar cuando no están trabajando; el respeto por la vida privada de la persona, entre otros. Pero me concentraré en tres que son reveladores:

  • Productividad individual

Los estudios demuestran que las personas con mejores periodos de desconexión y recuperación cometen menos errores en el trabajo, experimentan mayor motivación frente al mismo y se conectan afectivamente con la organización. Y no solo los estudios muestran esto. También nosotros hemos sido testigos de este impacto cuando asesoramos a las empresas en el mejoramiento de sus sistemas de gestión del desempeño. 

Entendamos porque pasa, para ello, será suficiente con que hagas un cálculo rápido: toma los errores de los colaboradores en el trabajo y cuantifícalos (pérdidas de material, de tiempo de trabajo, de clientes, de reputación, de materias primas, reprocesos, tiempo dedicado a la atención de quejas, entregas erróneas, ventas con descuentos que no aplicaban, compras de materiales e insumos que no satisfacen la necesidad … y un largo etc.), luego dale un valor económico a eso. Ahora piensa que un porcentaje de todos esos errores podrían haberse evitado con una adecuada desconexión. Por supuesto no todos los fallos se generan por haber interrumpido el descanso de los colaboradores, sin embargo, sí hay una proporción importante de los mismos que pudo haberse evitado.

Pregúntate: si pudieras reducir las pérdidas dejadas por los fenómenos anteriores, en al menos un 10% ¿valdría la pena la desconexión? Si hiciste bien los cálculos te darás cuenta que sí. Y eso que, hasta ahora solo hemos incluido en la ecuación la reducción de errores como efecto de la desconexión. 

Dijimos también que la desconexión aumenta la motivación. Esta, a su vez, es un determinante directo del desempeño de las personas, así que la fórmula es fácil, más motivación, mejor desempeño y más desempeño igual a más productividad.

Finalmente, la desconexión incrementa el compromiso afectivo de las personas (el vínculo positivo con la organización) y esto, a su vez, aumenta el deseo de permanencia de las personas. Piensa en todo ese dinero que cuesta seleccionar a alguien realmente bueno, todo el dinero que se invierte en la contratación de la persona, en alinearla, entrenarla, y súmale el valor de los beneficios que recibe. Si esa persona se va de la organización todo ese dinero se habrá perdido. Lo que era una inversión pasó a ser un gasto. Y lo peor, ahora toca sacar del bolsillo lo mismo o más para traer a otra persona. ¡Claro! no todas las personas se van por esta razón, pero no poder desconectar del trabajo es un factor que cada vez explica más renuncias, y los datos sugieren que esto no hará más que aumentar con el tiempo, eso debido a un contexto que invita cada vez más a la flexibilidad.

Resumiré este punto: Mejores procesos de desconexión y recuperación se traducen en menos errores, más motivación y más compromiso con la organización. Y ¡Qué bonito esto último! sugiere que es más fácil enamorar a alguien a quien le doy su espacio, que enamorar a alguien que se siente invadido. Suena lógico ¿Cierto?

  • La salud mental

El estrés alto y mantenido por períodos largos suele ser un predictor de problemas gastrointestinales, músculo esqueléticos y cardiovasculares importantes. El problema es que sus efectos no son inmediatos y eso hace que muchas personas no logren conectar su dolor de espalda, su úlcera o su infarto con los altos niveles de estrés sostenidos durante mucho tiempo en el trabajo. Es más probable que la persona busque las causas en su alimentación, en una vida sedentaria y en sus malas posturas, que en la manera como ha trabajado (o descansado). Incluso hay personas que disfrutan la sensación que se produce al creer que son tan importantes en el trabajo que por eso las necesitan disponibles todo el tiempo. Y también las hay que afirman que el estrés no les hará daño porque les gusta trabajar así. Eso suena igual a que alguien diga que alimentarse con comida chatarra no le hará daño porque le gusta comer así. Debemos entender que, el que algo nos guste, no lo convierte, por esa razón, en algo saludable. Pienso, por ejemplo, en lo mucho que le gusta fumar a mi mamá.

Redundando un poco: que a una persona le guste escribir y responder correos y mensajes en horarios fuera de los laborales y trabajar sin descanso, eso no lo convierte en un hábito saludable. El problema es que el costo de eso no se paga inmediatamente, y por esa misma razón no se cambia la conducta. Cuando el efecto negativo de una conducta actual es muy lejano se hace menos probable que la eliminemos. Si el efecto fuera inmediato, la historia sería diferente. Veámoslo con un ejemplo: si le decimos a una persona “el próximo cigarrillo que te fumes te matará” y a otra que “fumar algún día podría matarte” ¿Cuál de las dos personas crees que evitará fumar? Ahora, como lo primero no es cierto, pues en realidad los efectos se darán en el largo plazo y lo segundo es solo una probabilidad, la persona podrá pensar que eso malo le pasará a quien se lo merezca y no a si misma (hay un sesgo cognitivo que hace que las personas pensemos que las cosas malas les pasan a las personas que, por alguna razón, lo merecen y a las buenas, pues nos pasan cosas buenas).

  • Bienestar

Aunque el bienestar es parte de la salud, bien lo dice la OMS cuando la define como más que la simple ausencia de enfermedad, quise separarla para darle peso. La desconexión favorece el bienestar, se debe a que permite mantener y mejorar las relaciones con familia y amigos y con esto se fortalecen las redes de apoyo. El apoyo, para quienes no lo saben, es un protector psicosocial muy potente. Las personas que se sienten apoyadas enfrentan con más confianza las exigencias de la vida cotidiana y del trabajo, además ven dichas exigencias como menos amenazantes, eso en comparación con personas que se sienten menos apoyadas. No es extraño entonces que incluyamos en los diagnósticos de clima organizacional que hacemos a las empresas la medición del apoyo que las personas consideran reciben de su organización, de sus jefes y de sus compañeros.

También una buena desconexión ayuda a dormir mejor. Quienes rumian, es decir quienes le dan vueltas y vueltas en la cabeza a la misma idea, e interrumpen su descanso con frecuencia, duermen peor que aquellos que tienen períodos de desconexión controlados y seguros. Y hay un círculo vicioso, las personas que saben que pueden ser interrumpidas en cualquier momento mantienen su mente activa pensando en temas de trabajo, se mantiene en estado de alerta y eso eleva su cortisol y, con esto, su dificultad para dormir. Y seguro todos sabemos lo bueno que es dormir bien. Casi todos los adultos hemos tenido alguna vez algún problema de sueño y sabemos de primera mano lo malo que es eso para nuestra salud. Vale decir que dormir bien, además de contribuir con la recuperación, ayuda también en procesos de aprendizaje, se sabe que durante el sueño nuestro cerebro organiza ideas, almacena y clasifica información. Por eso es también un mal hábito trasnochar para estudiar, porque sin el sueño, el aprendizaje no se consolida.

Por otra parte, con una buena desconexión se tiene una mejor oportunidad de invertir el tiempo en actividades de ocio activas que contribuyen, aún más, al bienestar. Por el contrario, las personas que no se pueden desconectar suelen evitar actividades de ocio activas o dedicarse solo a un ocio pasivo (como ver televisión). El problema de eso es que las actividades de ocio deben estar equilibradas entre pasivas y activas, si son solo pasivas, se puede generar deterioro cognitivo y contribuir con el desarrollo de hábitos sedentarios.  

Con todo, espero haber mostrado como la desconexión va más allá del simple respeto, de la coherencia y de entender que la vida de las personas es más que trabajar.

Ahora, pido disculpas por algo, dije que no iba a hablar de la norma de desconexión laboral, pero es inevitable no llamar la atención sobre dos problemas que veo en ella.

  • Exclusión de quienes desempeñen cargos de dirección, confianza y manejo ¿Acaso estas personas están vacunadas contra la enfermedad mental? 
  • No aclara que es fuerza mayor, y se supone que se puede interrumpir a las personas en esos casos ¿Será que fuerza mayor es lo mismo para mí que para mi jefe o para mí colaborador? No definir que es fuerza mayor abre una puerta gigante, pues muchas personas tienen una habilidad inaudita para hacer parecer todo urgente y extremadamente importante, cuando en realidad no lo es.

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