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Del derecho a la desconexión, del derecho a la vida

Autora: Maria Eugenia Londoño Londoño 

El trabajo es un espacio de desarrollo para los seres humanos, nos permite aprender muchas cosas y desarrollar nuestro potencial. Incluso en investigaciones sobre la motivación se ha planteado que las personas tenemos tres necesidades psicológicas básicas que son la autonomía, la competencia y la vinculación. La primera hace alusión a que las personas necesitamos sentir que tenemos cierta posibilidad de decidir sobre nuestra vida, la segunda a que necesitamos sentir que podemos llegar a dominar y ser efectivos, que aprendemos, que logramos cosas y la última definitivamente evidencia que somos seres sociales y que necesitamos crear relaciones que nos hagan sentir que pertenecemos a un grupo y que tenemos vínculos significativos con otras personas.

Haré énfasis en las necesidades de competencia y vinculación porque el trabajo constituye un espacio por excelencia para el desarrollo y puesta en práctica de habilidades, que incluso están relacionadas con la felicidad. Los estudios recientes sobre felicidad plantan que esta va más allá de experimentar situaciones positivas y placenteras, implica la gratificación o el estado que sentimos cuando nuestro potencial es aprovechado o cuando aprendemos cosas y el sentido, que es sentir que lo que hacemos es importante, que nos trasciende. 

Un aspecto esencial para lograr esto es garantizar que se dé la recuperación del trabajo. Básicamente este proceso se refiere al restablecimiento de los recursos físicos, psicológicos y emocionales que las personas invertimos al realizar las tareas que tenemos asignadas.  Y como punto central debemos comprender que la recuperación únicamente puede suceder cuando no se encuentran presentes las demandas del trabajo, convirtiendo la desconexión, más que en un derecho, en una obligación para llegar a ser productivos y saludables.  

Si analizamos el entorno de trabajo actual y los cambios relacionados con la pandemia por el COVID 19 encontramos que una gran cantidad de personas empezaron a realizar el trabajo desde su casa. Oportunidad deseada por muchos durante un buen tiempo. Sin embargo, evidenció también la dificultad que se incrementa al estar trabajando desde el hogar para desconectarse de los asuntos laborales. Una queja que se hace cada vez más común es que los horarios se desdibujaron. Antes al salir de la organización el computador y los temas del trabajo quedaban en la oficina. Pero ahora el tanto del computador como los temas del trabajo siguen estando presentes por fuera de la jornada. Y cada vez se vuelven más comunes los chats los correos a cualquier hora del día de los cuales espera una respuesta inmediata. 

Hace poco, luego de una semana muy intensa de trabajo, en la que una persona me escribió chats haciéndome solicitudes hasta horas avanzadas de la noche (a pesar de que le conté que estaba dando clase) sucedió que otra persona me escribió el sábado en la tarde haciéndome una “pequeña pregunta” y otra el sábado en la noche pidiéndome hacer algunas correcciones a una presentación que le había enviado unos días atrás y que debíamos utilizar el lunes en la mañana. Todos estos pequeños detalles y la convicción de que este es un mal que afecta a muchos, me hicieron decidir para escribir esta reflexión. 

Podemos pensar que estos chats y correos son bastante inofensivos porque requerimos muy poco tiempo para revisarlos. Sin embargo, estos mensajes limitan en gran medida nuestra recuperación del trabajo dado que más allá del tiempo que nos demoramos en la revisión nuestro cerebro continúa en función del tema durante un tiempo disminuyendo el tiempo que tenemos para que se presente el proceso de recuperación y generando un espiral de malestar y desgaste que, al mantenerse en el tiempo llega tener serios efectos no sólo en nuestra salud, sino en el aporte que hacemos a las organizaciones como trabajadores. Incluso, en Colombia se encuentra actualmente en trámite una iniciativa de Ley que busca garantizar el servicio a la desconexión por fuera del trabajo. 

En el entorno actual que está favoreciendo el trabajo desde casa y el uso de medios digitales para flexibilizar los lugares desde los que trabajamos, es sumamente importante que las personas y las empresas tomemos medidas para evitar que se sigan normalizando comportamientos inconvenientes. En este sentido el estudio de Factores de Riesgo Psicosocial puede dar información relevante sobre el estado de estas condiciones en la empresa. 

Acciones como por ejemplo escribir chats y correos por fuera de la jornada laboral a pesar de que no estemos esperando que nos respondan de forma inmediata, trabajar de manera indiscriminada y excesiva en los tiempos de descanso, interrumpir las vacaciones para hacer una pregunta pequeñita, entre otros. Me atrevería a asegurar que se hacemos una revisión cuidadosa de los chats y correos que hemos escrito por fuera del trabajo muchos de ellos no superarían una prueba en la que nos preguntemos de forma sincera ¿este tema pudo esperar hasta mañana sin que pase algo vitalmente malo?, ¿estoy escribiendo hasta ahora porque me faltó planear mejor este tema? ¿existe una salida diferente que interrumpir las vacaciones que esta persona había estado esperando tanto tiempo con mi chat? ¿Será que en mi organización hemos normalizado trabajar horas extras y dejó de ser válido irse a la hora normal de salida? Si la respuesta es si alguna de estas preguntas debemos replantear lo que estamos haciendo.

El mundo ha cambiado, es muy demandante es rápido, estamos hiperconectados, el flujo de información es constante. Sin embargo, los seres humanos seguimos siendo los mismos, con una cantidad limitada de recursos que debemos proteger para tener vidas dignas de ser vividas.

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