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Neuromitos:

Qué es realmente cierto sobre el aprendizaje y el cerebro.

Autor: Sara Álvarez Serna

Cuando empecé a colaborar con organizaciones en la ejecución de procesos de capacitación y formación para sus equipos de trabajo y líderes, me planteé una pregunta: ¿cuál es la mejor manera de llevar a cabo estos proyectos? Esta interrogante me condujo a la necesidad de comprender más profundamente cómo aprendemos los seres humanos para diseñar mejores experiencias de aprendizaje.

En este proceso, observé que en el campo del aprendizaje y la capacitación, circulan afirmaciones sobre cómo funciona nuestro cerebro en relación con el aprendizaje. Sin embargo, estudios recientes han destacado un hecho preocupante: no todas estas afirmaciones se basan en evidencia científica sólida. Muchas de estas afirmaciones han recibido el nombre de «neuromitos», estos son malentendidos originados por una interpretación errónea de los hechos relacionados con el cerebro.

¿Lo que crees saber sobre el cerebro en relación con el aprendizaje es real? En esta lectura, abro la invitación a cuestionar si cada uno de los postulados es verdadero o falso antes de profundizar en las explicaciones.

Usamos solo el 10% de nuestro cerebro

Esta afirmación, popularizada por películas como «Lucy» y «Sin Límites», sostiene que solo utilizamos una pequeña fracción de nuestro cerebro. Sin embargo, esta idea es falsa. Si fuera cierta, los daños cerebrales no tendrían efecto en nosotros, y seríamos un organismo ineficiente debido al alto consumo de energía del cerebro. Además, nuestro cuerpo tiende a deshacerse de lo que no usa, lo que significaría tener el 90% de nuestro cerebro inactivo. En resumen, esta afirmación es un mito.

Usamos el cerebro, para aprender, las 24 horas

Esta afirmación es cierta. Durante el sueño, se consolida la memoria a largo plazo, un proceso esencial para el aprendizaje, y tiene lugar la mielinización, que implica que los axones (los «brazos» de las neuronas) se recubren de mielina. Esto se traduce en conexiones más rápidas a la hora de procesar información. Por lo tanto, una noche de sueño adecuada es fundamental para un aprendizaje efectivo. No se trata de absorber nueva información durante la noche, sino de consolidar lo que se ha aprendido durante el día. El aprendizaje no se limita a estudiar o adquirir nueva información; también implica que esta nueva información se almacene en nuestro cerebro de manera que pueda utilizarse posteriormente y podamos decir verdaderamente que la hemos aprendido.

Las personas con dominancia de hemisferio izquierdo son más analíticas y las personas con dominancia de hemisferio derecho son más creativas.

La creencia de que la dominancia hemisférica define el nivel analítico o creativo es un mito. Esta concepción se originó debido a que, en algunos casos, ciertas áreas cerebrales procesan algunas funciones específicas. Sin embargo, esto no implica que una persona sea más analítica al utilizar más su hemisferio izquierdo. De hecho, el cerebro funciona como una red de conexiones neuronales, y tanto la creatividad como la capacidad analítica no están confinadas a un hemisferio en particular. Investigaciones demuestran que tareas como las matemáticas involucran ambos hemisferios, y la creatividad y el análisis se complementan entre sí en lugar de ser mutuamente excluyentes.

Se deben diseñar las formaciones de acuerdo con el estilo de aprendizaje de cada persona.

Esa idea de que aprender en tu estilo preferido (visual, auditivo o kinestésico) mejora el aprendizaje, es un mito bastante popular. Aunque muchos creen en esta teoría, no existe una sólida evidencia científica que la respalde. De hecho, hay diversas clasificaciones de estilos de aprendizaje, lo que hace difícil llegar a un consenso sobre cuál es el enfoque más efectivo. En lugar de limitarse a un solo estilo, la investigación sugiere que variar los estilos de aprendizaje puede ser más beneficioso.

La suposición detrás de este mito es que diferentes partes del cerebro tienen roles específicos en el procesamiento visual, auditivo o sensorial. Sin embargo, el cerebro es un órgano altamente interconectado, y la enseñanza no debe limitarse a un único estilo. Aunque cada uno puede tener preferencias de aprendizaje, lo realmente eficaz es presentar información de diferentes maneras, usando distintos sentidos, esto sí que puede hacer la diferencia en el proceso de aprendizaje.

Loro viejo no aprende a hablar

Este refrán alude a la noción de que a medida que avanzamos en la vida, nuestra capacidad para adquirir nuevos conocimientos se extingue. Sin embargo, hay una buena noticia: el cerebro humano tiene la capacidad de aprender durante toda la vida gracias a la neuroplasticidad. No importa cuántos años tengan los integrantes de un equipo, o un líder, o tu; siempre hay margen para el aprendizaje. De hecho, la exploración y adquisición de nuevos conocimientos se considera una recomendación clave para mantener una función cognitiva saludable en general.

En resumen, los neuromitos pueden ser atractivos, pero es esencial cuestionar las afirmaciones populares sobre el cerebro y basar nuestras creencias en la evidencia científica. El conocimiento sobre cómo funciona nuestro cerebro es fundamental para construir propuestas de aprendizaje que generen valor.

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